
CAMINABAS despacio.
Tu cuerpo fatigado aún arrastraba
la absoluta ruina
de ti.
Te acariciaba tenuemente el sol.
Tú ibas disolviéndote en su luz.
Quedaban todavía algunos pasos.
¿Hacia dónde?
Ni siquiera sabías
con certeza cuántos podrías dar.
(La certeza)